sábado, 6 de junio de 2009

Françoise Nielly, Francia...

Françoise Nielly vive en un mundo de imágenes, y ha explorado los diferentes aspectos de la imagen a lo largo de su vida a través de la pintura, la fotografía, los bocetos, ilustraciones, y las generadas virtualmente por ordenador. Actualmente, está claro que la pintura es su única dirección artística, y su gran pasión. Vive y pinta en París, cerca de Montmartre, y muestra y vende su trabajo en Europa, Canadá y Estados Unidos.
Creció en el sur de Francia, donde vivió entre Cannes y Saint-Tropez, y en su obra, nunca se aleja de la luz, el sentido del color y la atmósfera que impregna el sur de Francia, donde estudió Bellas Artes. Amante de la vida, los espacios abiertos, el sushi, Internet, los libros, París y Nueva York, los cuadros de Françoise Nielly muestran una impactante fuerza bruta y una fascinante energía vital. Su técnica, lienzos al óleo, esculpidos magistralmente con espátula, son un estallido de colores deslumbrantes perfectamente combinados, cuyo resultado son unas sorprendentes imágenes de retratos cargadas de una exuberante y mordaz sensualidad, y de una desbordante y explosiva sexualidad en sus pinturas del cuerpo humano.
Inscrita con firmeza en su época, es sin duda una consumada artista, cuyos 20 años de expresión artística, demuestran la madurez de su arte, y el perfecto dominio de su técnica.








martes, 2 de junio de 2009

Thomas Demand, Alemania 1964

Desde comienzos de los ‘90, Thomas Demand ha seguido el mismo procedimiento: primero elige una imagen fotográfica publicada en un diario o revista, luego construye un modelo de esa imagen a escala real en papel y cartón, lo ilumina, con esa luz helada de ascensor que absorbe humanidad, y lo fotografía. Acto seguido, destruye la maqueta. De la foto original queda apenas una reverberación. Si antes había una mesa de oficina llena de cosas, ahora tenemos esa misma mesa pero pelada, y no es que los objetos hayan desaparecido, sino que siguen ahí pero desnudos: lo que era detalle superfluo ha sido eliminado, queda algo como un bosquejo del original pero sin las particularidades. Sólo vemos el contenido neto de la imagen: los papeles son rectángulos blancos en blanco; una cajita sin marca; la máquina de escribir tiene la forma habitual pero las teclas son todas negras; la cinta adhesiva es un rollito sin logo. Todo en unos colores que recuerda a laboratorios de tecnología vieja, un beige verdoso, entre un té con leche y un cuadro cubista.